En la agricultura se utilizan diversos tipos de productos químicos para combatir las plagas (insecticidas: contra insectos; acaricidas: contra los ácaros, araña roja, etc.), las enfermedades producidas por hongos (fungicidas), malas hierbas (herbicidas), reguladores de crecimiento, etc. Éstos generan sustancias químicas que son residuales y, normalmente tóxicas, que permanecen en el suelo, planta o sobre cualquier material, dificultando la instalación de los enemigos naturales e incluso, causando su muerte. Un uso prolongado produce resistencias en las plagas, impidiendo su eliminación con un determinado producto químico y con otros que contengan la misma materia activa.
El uso de insecticidas que matan un amplio espectro de especies de insectos puede ocasionar la aparición de varias plagas, que antes no eran consideradas dañinas. Los insecticidas eliminan un gran número de enemigos naturales, por lo tanto las plagas se incrementan o reinvaden las áreas donde se han aplicado insecticidas y al no tener sus enemigos naturales presentes, estas incrementan sus poblaciones rápidamente.
Algunos organismos que normalmente no son plaga, pueden convertirse en plagas después de la aplicación de fitosanitarios, debido a la eliminación de sus enemigos naturales.
Una vez que los productos de síntesis se utilizan de forma persistente, se hace necesario hacer aplicaciones regularmente, debido a que los enemigos naturales han sido eliminados y la plaga inevitablemente reaparece. Cuando el mismo tipo de insecticida químico se utiliza para controlar una plaga, es muy posible de que éste no actué eficientemente, debido a que la plaga desarrolla resistencia química al fitosanitario.
Teóricamente, las aplicaciones de productos fitosanitarios eliminan temporalmente las plagas en la región donde se aplican, pero lo que sucede en realidad es que raramente matan a todos los miembros de una población. En la región donde se realiza la aplicación unos pocos individuos pueden sobrevivir, bien porque de algún modo evitan el contacto con la toxina o porque pequeñas diferencias en su metabolismo les permiten tolerarla. Esos sobrevivientes serán los progenitores de la próxima generación y al reproducirse pasan los genes de resistencia a la descendencia. Las aplicaciones continuas de las mismas materias activas, no logran suprimir la población del organismo plaga, pero si eliminan de esta, los individuos susceptibles, a la vez que seleccionan los capaces de tolerar la aplicación. Dado el caso de que el producto fitosanitario se utilice constantemente en una región extensa, puede llegar el momento en que resulte inefectivo para el control de plagas.
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